domingo, 30 de junio de 2019

Copa América

Contra todos los pronósticos, Argentina en semis


Hasta hace muy poco renegábamos por llegar a finales y no ganarlas. “Fracasados”, “pechos fríos”, “cagones” y algún que otro “elogio” de este estilo eran escupidos hacia Messi y compañía con odio, resentimiento, reproche y hasta repulsión por parte de “los hinchas” quienes, en su quehacer diario, llegan a todas las finales y las ganan.

Ironías aparte, el seleccionado es el centro de descarga de un pueblo acostumbrado a las frustraciones pero convencido de que el azar siempre conspira, que nunca son limitaciones propias, decisiones equivocadas, conveniencias políticas, falta de coraje y otras yerbas las que definen -o al menos contribuyen- a que algo no salga según lo esperado. No en vano algunos afirman que el fútbol es como la vida misma.

Así llegó el turno de rezar para no quedar afuera de Rusia 2018 pero el “fracasado” mayor hizo 3 goles que nos depositaron en la máxima competencia aunque su magia no pudo evitar el fracaso estrepitoso de un equipo a la deriva con un desorientado y dubitativo Sampaoli a la cabeza.


En medio de ese compendio de sabores amargos, tristezas y decepciones, la AFA tuvo la inexplicable e inentendible idea de sostener a un técnico interino para afrontar el torneo más importante a nivel continental, solo superado por un mundial. En ese contexto, Lionel Scaloni continuó al frente del primer equipo con más dudas que certezas. Sin agüero ni Messi en los comienzos del ciclo -el primero por no ser convocado, el segundo por tomarse un tiempo para la reflexión y mirar desde afuera quién conduce y cómo-, el nuevo seleccionado fue más nuevo que nunca, concretando por fin la tan mentada y exigida renovación con apariciones de algunos jugadores que se espera que hayan llegado para quedarse. Paredes, cada vez más consolidado en el medio; De Paul, una grata sorpresa con dinámica, relevos y cambio de ritmo; Pezella, pidiendo titularidad para potenciar su rendimiento; la confirmación de Tagliafico; Armani de a poco pareciéndose al de River y Lautaro Martinez confirmando presunciones acerca de su estirpe de crack. En el debe, el bajo rendimiento hasta ahora del 10, la ratificación de que Di María está para -a lo sumo- esperar en el banco, las dudas de Otamendi, la tibieza de Lo Celso y la ausencia de un lateral derecho.

Un párrafo aparte merece el descalabro generado con Agüero y en el que no se puede menos que caerle al técnico. Dicen que el Kun no es del gusto del entrenador -hecho nunca confirmado por el mismo- con lo cual no se entendería qué hace en Brasil. Si, por el contrario, fuera del agrado de Scaloni, no se comprende entonces cómo aparece de titular un partido y luego de una actuación pésima del equipo en el que el delantero no fue la excepción, hace banco: así no hay confianza que se fortalezca no solo en el goleador del City sino en cualquiera de los que ingresa a la cancha, sintiendo que -salvo Messi, obviamente- nadie tiene el respaldo del técnico, ese espaldarazo imprescindible que hace que cualquier jugador potencie su rendimiento y alcance su techo (por si hiciera falta recordar, tarea principal de cualquier entrenador).

Mientras tanto, el seleccionado se muestra adusto, sobrio, con limitaciones, en claro proceso de formación y en busca de su identidad. Eso sí, siempre esperanzado y esperanzador: si estamos en semis sin el mejor Messi y con todos estos ingredientes, todo es posible, gritan los mismos que insultaban a los que perdían finales. Y murmuran muy bajito y muy ilusionados “si aparece el genio...”, “si le ganamos a Brasil el martes...”.