Ya
es una práctica frecuente en locutorios y maxikioscos que realizan cargas
virtuales o de SUBE el cobro de un “adicional por servicio” que oscila entre 1
y 3 pesos.
En
los comienzos de esta situación la reacción de la clientela era protestar e
indignarse pero la costumbre hizo que se vuelva algo normal. Además son cada
vez más los negocios que dejan de ofrecer estos servicios debido a la escasa
rentabilidad, al tiempo que demanda y los gastos en que incurre el comercio en
cuestión para efectuar las recargas.
Los
comerciantes sostienen que el precio de venta de cualquier producto en un país
libre y democrático lo determina el vendedor, mientras que el cliente acepta el
precio o se retira a realizar la operación en otro lugar. “Nadie tiene derecho a ponernos los precios”, dicen.
Si
el sueldo mínimo en Argentina es de $3.600, un empleado cobra entre $900 y
$1200 por semana. Además de esto el comerciante debe pagar el abono de internet
comercial imprescindible para brindar el servicio, cuyo costo arranca en $ 450
mensuales. Se debe considerar también la carga impositiva, los Ingresos Brutos,
el alquiler del local, la luz comercial (sin subsidio), Seguridad e Higiene,
computadoras con buena velocidad (aproximadamente $.5000 c/u), el sistema
operativo, el programa de facturación, la impresora -con papel- para entregar
los comprobantes, el mantenimiento técnico del sistema de red, etc.
Esta
realidad dista mucho de ser la ideal pero es en la que escudan los comerciantes
para defender el cobro del adicional. “Además
siempre algo se rompe, si no es la impresora, es la red o la pc, y todo sale
plata. Si hacemos números finos terminás empatando con las cargas virtuales,
pero le das el servicio al cliente y la mayoría te lo valora y hasta te lo
agradece”, afirmó Raúl Barbosa, dueño de un locutorio en Isidro Casanova. “Nunca falta alguno que reclama o insulta,
pero son cada vez menos. Yo les digo que busquen un negocio donde no cobren
adicional, que realicen la carga allí y
todos contentos.”, agregó.