sábado, 22 de febrero de 2014

Recargas virtuales y el cobro adicional: ¿es ilegal o es necesario?

Ya es una práctica frecuente en locutorios y maxikioscos que realizan cargas virtuales o de SUBE el cobro de un “adicional por servicio” que oscila entre 1 y 3 pesos.
En los comienzos de esta situación la reacción de la clientela era protestar e indignarse pero la costumbre hizo que se vuelva algo normal. Además son cada vez más los negocios que dejan de ofrecer estos servicios debido a la escasa rentabilidad, al tiempo que demanda y los gastos en que incurre el comercio en cuestión para efectuar las recargas.

Los comerciantes sostienen que el precio de venta de cualquier producto en un país libre y democrático lo determina el vendedor, mientras que el cliente acepta el precio o se retira a realizar la operación en otro lugar. “Nadie tiene derecho a ponernos los precios”, dicen.
A partir de la investigación realizada se pudo determinar que las empresas de telefonía móvil ofrecen a los distribuidores un margen que oscila entre el 3 y el 3,5%, mientras que el SUBE permite al comerciante ganar el 1% del monto vendido. Con estas cifras, un negocio que realice cargas de telefonía por $ 10.000 semanales (un comercio promedio no alcanza esas ventas), recibe como retribución entre 300 y 350 por esa semana de trabajo. Si la comparación la realizamos con la tarjeta SUBE, el dueño del negocio habrá ganado $ 100.
Si el sueldo mínimo en Argentina es de $3.600, un empleado cobra entre $900 y $1200 por semana. Además de esto el comerciante debe pagar el abono de internet comercial imprescindible para brindar el servicio, cuyo costo arranca en $ 450 mensuales. Se debe considerar también la carga impositiva, los Ingresos Brutos, el alquiler del local, la luz comercial (sin subsidio), Seguridad e Higiene, computadoras con buena velocidad (aproximadamente $.5000 c/u), el sistema operativo, el programa de facturación, la impresora -con papel- para entregar los comprobantes, el mantenimiento técnico del sistema de red, etc.
Esta realidad dista mucho de ser la ideal pero es en la que escudan los comerciantes para defender el cobro del adicional. “Además siempre algo se rompe, si no es la impresora, es la red o la pc, y todo sale plata. Si hacemos números finos terminás empatando con las cargas virtuales, pero le das el servicio al cliente y la mayoría te lo valora y hasta te lo agradece”, afirmó Raúl Barbosa, dueño de un locutorio en Isidro Casanova. “Nunca falta alguno que reclama o insulta, pero son cada vez menos. Yo les digo que busquen un negocio donde no cobren adicional, que realicen la carga allí y todos contentos.”, agregó.

La realidad indica que mientras todas las empresas de telefonía y de transportes ganan millones de pesos por año sin que sus clientes se quejen por ello y mientras el Estado y las asociaciones fogonean a los consumidores con la “ilegalidad” de esta práctica, los distribuidores –el hilo más delgado de la cadena de comercialización- deben lidiar cotidianamente para que todo funcione y el cliente se vaya satisfecho con un servicio que en la actualidad es imprescindible. Todo por un peso.

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