martes, 27 de diciembre de 2022

Messi, campeón del mundo antes de ser campeón del mundo

 “Si bien todos queremos ganar la Copa, quiero decirte que más allá del resultado, hay algo que no te va a sacar nadie: atravesaste a cada uno de los argentinos. La periodista Sofía Martínez sorprendía al capitán instantes después haber conseguido el pasaje a la final del mundo, diciéndole lo que sus admiradores hubieran querido pero no tuvieron la posibilidad o simplemente no supieron cómo. Por si no había sido lo suficientemente elocuente, Martínez continuó: “No hay nene que no tenga tu remera, la original, la trucha, la inventada o la imaginaria. Marcaste la vida de todos". "Para mí es más grande que cualquier copa del mundo y eso no te lo va a sacar nadie”.

Es preciso aclarar que esta nota la escribe uno de los más atravesados de manera indeleble por su magia y magnetismo, con lo cual todo lo escrito estará ineludiblemente condicionado por eso. Además de embelesado admirador, me convertí en su furioso y rústico defensor -siempre al borde de la roja-  porque, aunque usted no lo recuerde, durante muchos años fue tan atacado, insultado y denigrado que había que intentar hacer justicia con ese muchacho que recorría miles de kilómetros solo para ponerse la celeste y blanca, jugar y volverse. Que relegaba sus horas de descanso, hacía más goles que cualquiera y sufría como nadie cada resultado adverso. Que no protestaba, no le echaba la culpa a nadie, seguía trabajando, buscando mejorar y darle al fútbol argentino aquello que todos anhelábamos. Cabe aclarar que aun se buscan de manera infructuosa los pergaminos, títulos y –sobre todo- las emociones generadas por aquellos acérrimos detractores que hacían campaña en su contra exigiéndole títulos y alegrías, quizás para sacudir sus pálidas existencias.

Se podría continuar la editorial tirando números y estadísticas que a Leonel lo colocan en la cima de la historia del fútbol mundial, con varios escalones por encima de quien pretenda disputarle el trono pero no, la intención es destacar la inmensidad del 10, más allá de sus records. No hay nene futbolero –ni adulto- que pueda evitar un desborde de emociones si lo ve de cerca. Ni hablar si consigue alguna palabra, una foto o su firma. Claramente su magia a la hora de acariciar la pelota es –valga la paradoja- el puntapié inicial para tamaña devoción pero, sin dudas, ésta se asienta también en muchos otros aspectos en los que el rosarino es referente indiscutido: sencillez, disciplina, educación, respeto, trabajo, compromiso, compañerismo y responsabilidad son algunas de sus características. Y quizás ése sea su mayor legado: que nuestros jóvenes tienen como ídolo a un tipo que es un ejemplo de laburo, de perseverancia, de esfuerzo, de humildad. Alguien que trata bien a los demás, que no le echa la culpa al otro, que no levanta la voz, que ama y respeta a su familia.

Parafraseando la publicidad de las coincidencias, para quienes se quedan con las emociones como sustento de los momentos significativos de la vida, tenemos todo lo que entregó y entrega, conmovió y conmueve Leonel. Para quienes necesitaban la copa para valorarlo o admitir su grandeza, también tienen ahora el vil metal, con goles en todas las instancias, con dos en la final, siendo figura en cada encuentro y rompiendo los records mundialistas que tuvo a su alcance.

Ojalá seamos muchos más los que miramos la vida en base a los caminos y los modos de transitarlos, por encima de los resultados muchas veces injustos, caprichosos y azarosos y que de ningún modo definen nuestra valía. “Ojalá te lo lleves en el corazón (el amor y agradecimiento de la gente) porque creo que es más importante que una Copa del Mundo y eso ya lo tenés, así que gracias Capitán", cerraba su monólogo la periodista Martínez. Ojalá Messi lo sienta en su corazón como lo sentimos todos nosotros. Bah, la mayoría… Y gracias por tanta emoción, eternas, doradas y mágicas gracias.