Carlos
Bianchi fue despedido de Boca. El técnico más ganador del club
se fue por la ventana. Tras un tercer ciclo con mucha pena y nada de gloria, el Virrey se tuvo que marchar. El hincha
de Boca está herido. Por el presente del equipo pero también porque debe
procesar el duelo por las pérdidas más significativas en su historia: en un mes
se fueron el jugador y el técnico que más gloria le dieron a sus amados colores.
Demasiado para cualquier ser humano.
Difícil
decisión de Daniel Angelici, que no le saldrá gratis. Pero solo afronta riesgos
quien toma decisiones, y siempre es mejor que mirar para otro lado. Hubiera sido
más fácil esperar que el equipo siga perdiendo (el rumbo y los partidos) para
que el mismo hincha le pida a Bianchi su renuncia. Pero es sano darse cuenta
cuando la situación no da para más, aunque sea difícil y hasta peligrosa: no es
fácil echar al técnico más exitoso no solo de Boca sino del fútbol argentino,
el único que consiguió 4 Copas Libertadores y suma 15 títulos en total. Pero las decisiones no se deben tomar por conveniencia
sino por pertinencia.
Las
primeras reacciones del hincha fueron denostar
al presidente que tomó la decisión y
rememorar las páginas doradas que habían llegado de la mano del técnico. “Bien ama quien nunca olvida”, “La historia
no se borra nunca más”, rezan algunos de los afiches que publicó el corazón
xeneixe. Absolutamente cierto, no se puede ser ingrato y no reconocer los
inmensos momentos de felicidad vividos, pero fueron vividos, ya no son.
Y quien prioriza su pasado huye de su
presente.
Carlos
Bianchi ganó 9 títulos en el club, una marca inmensa e inigualable, pero en su tercer
y último ciclo obtuvo el 44,8% de los puntos que disputó, perdió más partidos
de los que ganó (32/31), el equipo recibió más goles de los que hizo (100/92),
no ganó ningún torneo de los 6 que dirigió y se quedó con solo un superclásico
de los 10 que disputó. Apenas logró un subcampeonato por decantación ya que
nunca estuvo cerca siquiera de pelear ese torneo.
A
pesar del dolor, la sensatez y la salud de los involucrados imponían la
decisión de Angelici y los caminos de Boca y el Virrey debían separarse. El pasado más brillante no asegura un
presente feliz y mucho menos un futuro promisorio.
Le
queda al club de la Ribera la difícil tarea de la reconstrucción. Trabajo difícil
pero no imposible si se logra que las decisiones surjan de un equilibrio entre
el corazón y la razón. “El corazón tiene razones que la razón no entiende”,
reza el dicho popular, pero las emociones necesitan siempre el apoyo dela
sensatez y el raciocinio, de lo contrario te condenan a vivir penando, como le
pasaba a Boca desde hace más de un año.
Las
crisis no son malas, son oportunidades de cambio. A veces los finales son el
mejor comienzo.
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