domingo, 27 de julio de 2014

Lo esencial es invisible a... ¡Nosotros mismos!

Rocío Strupsceki. Lic en Trabajo Social
Especialista en violencia familiar
Vivimos en un mundo en el que todo va cambiando, en donde los valores de las viejas  generaciones se enfrentan a los de las nuevas. A menudo los jóvenes son acusados de carecer de principios para manejarse en la vida, para tomar decisiones, para vivir en pareja, en síntesis: para existir.

Pero es necesario replantearse si se puede vivir sin un código de ética interno. Y la respuesta es no. Para vivir en armonía, es imprescindible implementar nuevas formas de vida que algunos valientes o innovadores llaman “amor libre”, o “vivir sin apego”.

Quizás esto tenga que ver con que todos están pendientes de lo externo: ¿me llamará? ¿Qué será de la vida de mi ex? ¿Cuánto me querrá mi novia? ¿Qué haré en mis vacaciones? ¿Cuándo cambiaré el auto? ¿Construyo el cuartito nuevo en el espacio que me quedó? ¿Será que se casa este año el nene?  ¿Me darán un nieto? Y estas estructuras mentales nos quitan las ganas de todo, por cosas que ni dependen de nosotros, que ni siquiera están sucediendo o que no tenemos ninguna certeza  de que vayan a ocurrir.

Sentir el presente, centrarse en uno y dejar de querer manipular a los demás parece ser la clave para encontrar un poco de paz. Querer controlar obsesivamente todo es desgastante,  y vivir a favor y dentro de la norma es aún más estresante. Es que todos de alguna manera somos adictos al control, queremos un “para siempre” que a veces pensamos que se va a sostener con más fuerza al hacerlo público y firmado en un papel, sin preguntarnos si para los otros o incluso para nosotros, tiene un significado verdadero.

Vivir dentro de lo considerado “normal” es más fácil, porque ser tildados de locos o raros deprime, sobre todo si no está lo suficientemente reforzada la autoestima. Además, el precio de pensar distinto a las mayorías o no desear lo mismo, tiene como resultado la soledad o la exclusión. Y sin dudas nadie quiere estar solo, porque no sabemos cómo hacerlo, no queremos no pertenecer, y esto nos lleva a seguir viviendo sin hacerle caso a lo que algunos iluminados llaman esencia, intuición, sentir.

Muchos dicen que estas cosas se las replantean solo los sensibles, pero estoy convencida de que todos solo buscamos amor y aprobación, nos alimentamos de la aprobación ajena, y nos olvidamos de la propia, vivimos en un cuerpo que no sabemos ni a quien le pertenece, porque preferimos no escucharnos si ese es el precio para ser amados y/o aceptados.

Y así estamos más rotos que enteros, llenándonos de cosas que creemos necesarias pero sintiéndonos cada vez más vacíos, porque no aprendimos a soltar, a dejar a fluir, a delegar al universo y a ese ser supremo y sabio los nudos que tenemos en el alma. No aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo cuando sentimos que nos falta el aire. No notamos que la angustia es provocada por llenarnos de cosas y que en realidad deberíamos soltar, dejar ir con amor, para lograr así sentirnos plenos, plenos en la nada misma. 

1 comentario:

  1. MUY BUENO,muchos viven para otros,para lo aceptado por la sociedad,viven su felicidad a escondidas,intentando mantener ese castillo de arena eso perfecto.... ¿perfecto para quien ? ¿ para nosotros ,o para la mirada de los demas?
    Esa pareja perfecta ,q no es.Esa familia armoniosa q tampoco existe ,ese trabajo que debo tener ,pero que no es el que me gusta.
    Hay q vivir por uno y para uno,aprender a ser feliz ,la vida es una sola y pasa muy rapido ,a soltar los miedos a vivir por uno,a decidir por uno xq el resto,el q critica,el q juzga ,el q señala,no te da la felicidad.
    No siempre los modelos impuestos socialmente son los q nos hacen felices,pero el miedo de muchos al que diran llevan a tener una vida de frustraciones,de miedos,de prejuicios.A vivir la vida q es una sola y esta llena d cosas nuevas!

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