sábado, 19 de julio de 2014

Messi se la come

Superó a Maradona en partidos y goles en la Selección. Le falta solo un título para ser el argentino más ganador de la historia. En poco más de dos años convertirá los 93 goles que lo separan de ser el compatriota más goleador de todos los tiempos a nivel mundial. Es el máximo anotador del Barcelona por escándalo y todo indica que lo será de también de la Liga española.  Con 5 goles más será el máximo artillero en la historia de la Champions. Le alcanzará con agregar 15 tantos a su cosecha en la Selección, para superar al enorme Gabriel Batistuta y ser el jugador que más goles gritó con la Celeste y Blanca. Corrió durante el mundial de Brasil 8,15 km, lo mismo que en la Champions 2012-2013 donde más brilló (8,22 km). Se puso el overol, corrió rivales, se tiró a los pies, se adaptó a un 4-4-2 que claramente no lo favorece y aceptó jugar a 50 metros del arco rival porque el esquema lo pedía. Pero en Argentina nunca alcanza y hay voces que se alzan en su contra, reclaman que no entrega todo, que camina la cancha, que es un "pecho frío" y que no le duele perder. Messi se la come. Se la aguanta, no contesta, no se enoja, no se defiende. Intentará nuevamente en la próxima, en silencio.

Cuando la Copa ya era alemana, no lloró, no miró a la cámara, no hizo demagogia, no insultó. No esquivó el saludo de nadie y se lamentó como todos. Nadie más que él sufrió por no lograr el objetivo, pero no culpó a terceros. Messi se la come. No buscó excusas ni responsables, simplemente dijo que le importaba solamente traer la Copa.

En el frío análisis de los números y de su desempeño, habrá que decir que fue imprescindible para sortear la primera fase en un conjunto que deambulaba por el césped y que su rendimiento fue decayendo de manera proporcionalmente inversa a la solidez defensiva que adquiría el equipo. Porque el conjunto de Sabella ganó fortaleza defensiva, pero resignó poder de fuego. Encima, de los "4 fantásticos" del Seleccionado, 2 faltaron a la cita mundialista y uno se lesionó en la etapa más importante. El equipo retrasado, listo para la contra, con Lío lejos del arco y sin Di María, que se había convertido en el único que oxigenaba al 10 de la marca rival y de la responsabilidad de llegar al arco de enfrente: demasiado para que La Pulga haga milagros.

Es claro que no es lo mismo desequilibrar en los últimos 20 metros que en los últimos 50. Es lógico pensar que no es lo mismo llegar tocando con gente que hable el mismo idioma futbolístico mientras los laterales llegan al fondo, que hacerlo con mediocampistas de ida y vuelta y con laterales que –de octavos en adelante- llegaron cada vez menos a la línea de fondo rival.


Pero Messi se la come. Sin protestar, se adueñó de la responsabilidad y estuvo a 7 minutos de la gloria y de que, los mismos que lo critican, lo conviertan en dios. Sin brillar, consiguió que siempre al menos 2 rivales jueguen solo para marcarlo a él, y que cada argentino se pare de su silla cuando agarraba la pelota. Hizo 4 goles, puso pases-gol, apiló gente, se bancó la presión y se banca las críticas. Solo habla en la cancha, y seguramente ya estará afinando la garganta para hablar de nuevo en Chile 2015. Mientras tanto, se la sigue comiendo.

Messi, en el círculo central, rodeado de alemanes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario