viernes, 10 de abril de 2015

Miguel Del Sel en su personaje más complejo.

Mucha polémica desató el spot de campaña del artista para la gobernación de Santa Fé. Se lo tildó de irreverente, ridículo, poco serio y hasta de payaso. En él, se lo ve al lado de la gente, hablando su mismo idioma –malas palabras incluidas-, tomando mates y haciendo chistes para mostrar familiaridad con los ciudadanos.
Abraza transeúntes, se rodea de chicos en la escuela y -con su complicidad- se ríe de la directora de la institución, aparece proponiendo un asado en la fábrica, burlándose de sí mismo en la sesión de fotos con Macri, etc. En suma, descontracturado, popular, campechano, como uno más.
¿No es acaso a lo que todo político aspira? ¿No estamos acostumbrados a ver candidatos abrazando gente en la calle en épocas de campaña, mostrándose como “uno más” del pueblo, con sus mismas inquietudes, costumbres y lenguajes?
En un momento Del Sel dice “bueno, votame, boludo, eh” a un operario, y deja flotando la idea de “soy como vos”. ¿No es el sueño de todo aspirante a un cargo político poder hablarle así al trabajador? Y… ¡Que éste le crea!

Quizás peque de exagerar el chiste y el lenguaje coloquial –casi vulgar- pero lo cierto es que no está vendiendo ningún personaje, se está mostrando como es: como el pueblo. Quizás este sea su único atributo político, pero… ¿por qué no explotarlo? ¿Qué debería mostrar El Midachi? ¿Seriedad? ¿Formalidad? ¿Capacidad de gestión? ¿Acaso no es todo eso de lo que se quieren despegar todos los políticos cuando están en campaña? ¿No se desviven por mostrarse “comunes”?
En lo referente al eje elegido, independientemente de las virtudes y defectos de Del Sel,  la estrategia comunicacional es acertada. Apuesta a que predomine en el votante la idea de poner en un cargo político a “alguien como yo”, y que la imagen de candidato irreverente le gane a la formalidad poco creíble del político estándar. Además, haciendo un análisis del candidato, no hay otros aspectos que se puedan convertir en eje del mensaje proselitista.

De Narváez en 2009 ganó con el latiguillo –entre otros- de “soy común”, cuando claramente no lo era. Puso énfasis en un atributo que no tenía. El humorista lo tiene y sería un despilfarro comunicacional no potenciarlo.

viernes, 3 de abril de 2015

En sus marcas, listos, ya...

La carrera presidencial entra en la recta final y los precandidatos se lanzan con todo buscando el apoyo político, económico y de votantes que los deposite en el sillón de Rivadavia.


Florencio Randazzo, Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa, Sergio Urribarri, Ricardo Sanz, Jorge Altamira y todo aquél que se considere “presidenciable”, sabe que los minutos cuentan. Es el momento de ratificar o corregir el rumbo mediático en una campaña que comenzó hace tiempo.

El Gobernador de Buenos Aires metió el timonazo más brusco aunque no menos preestablecido: pretende mostrarse definitivamente como EL candidato del Frente para la Victoria. Cambió su llamativo naranja por el sobrio celeste y blanco y el estilo discursivo K. Por si quedaban dudas, el slogan las despeja: “Scioli para la victoria”.

De este modo espera en el ring con los guantes puestos a su principal oponente, Florencio Randazzo. El Ministro, delfín natural de la presidente, ya es definitivamente la cara visible de todas las inauguraciones oficiales y de todo aquello que se pueda emparentar con gestión exitosa. Cristina lo potencia y lo sostiene pero no descarta aún a Scioli. La venia presidencial será determinante y el Gobernador se reposicionó fuertemente mientras Florencio busca hacer pie en la provincia.

Sergio Massa no deja de perder intención de voto. Todas las encuestas lo indican en franco descenso y el propio Diputado lo admite. ¿Equivocó la estrategia discursiva o se quedó sin apoyo económico-empresarial? Lo cierto es que sus carteles en la vía pública dejaron de impactar, su presencia en los Medios decrece, sus creativos se quedaron sin ideas o sin efectivo y su caballito de batalla (la guerra contra la inseguridad) perdió peso en la opinión pública. Necesita un viraje mediático rotundo.

Otro que tiene problemas con el rumbo de su campaña es Mauricio Macri. Un gran error propiciado por sus asesores en comunicación fue sin dudas garantizar la liberación del Cepo el mismo 11 de diciembre: ingenuo, utópico, impracticable. Además, se jugó por Horacio Rogriguez Larreta en detrimento de Gabriela Michetti. Todo bien con las preferencias personales, el caso es que la Senadora es la única que le otorga la cuota de humanidad tan difícil de encontrar en el PRO y tan necesaria para llegar a los humildes. Error estratégico.

Otra falencia comunicacional grave de Mauricio está vinculada a la alianza con el ARI y la UCR. Ya simplemente la mención de la palabra en negrita le tira centros a todos los rivales para que lo goleen. Ernesto Sanz contempla en primera fila los goles de los rivales.

El resto mira desde lejos.

La carrera presidencial entra en la recta final y los candidatos no pueden cometer errores. Quien comunique mejor logrará el objetivo. Vivimos un tiempo en que el relato es más importante que los hechos y los presidenciables lo saben. Hora de afinar el lápiz. O el puntero del mousse.