Mucha polémica desató el spot de campaña del artista para la
gobernación de Santa Fé. Se lo tildó de irreverente, ridículo, poco serio y
hasta de payaso. En él, se lo ve al lado de la gente, hablando su mismo idioma
–malas palabras incluidas-, tomando mates y haciendo chistes para mostrar
familiaridad con los ciudadanos.
Abraza transeúntes, se rodea de chicos en la escuela y -con
su complicidad- se ríe de la directora de la institución, aparece proponiendo
un asado en la fábrica, burlándose de sí mismo en la sesión de fotos con Macri,
etc. En suma, descontracturado, popular, campechano, como uno más.
¿No es acaso a lo que todo político aspira? ¿No estamos acostumbrados
a ver candidatos abrazando gente en la calle en épocas de campaña, mostrándose
como “uno más” del pueblo, con sus mismas inquietudes, costumbres y lenguajes?
En un momento Del Sel dice “bueno, votame, boludo, eh” a un operario, y deja flotando la idea
de “soy como vos”. ¿No es el sueño de todo aspirante a un cargo político poder
hablarle así al trabajador? Y… ¡Que éste le crea!
Quizás peque de exagerar el chiste y el lenguaje coloquial
–casi vulgar- pero lo cierto es que no está vendiendo ningún personaje, se está
mostrando como es: como el pueblo. Quizás este sea su único atributo político,
pero… ¿por qué no explotarlo? ¿Qué debería mostrar El Midachi? ¿Seriedad?
¿Formalidad? ¿Capacidad de gestión? ¿Acaso no es todo eso de lo que se quieren
despegar todos los políticos cuando están en campaña? ¿No se desviven por
mostrarse “comunes”?
En lo referente al eje elegido, independientemente de las virtudes
y defectos de Del Sel, la estrategia
comunicacional es acertada. Apuesta a que predomine en el votante la idea de
poner en un cargo político a “alguien como yo”, y que la imagen de candidato
irreverente le gane a la formalidad poco creíble del político estándar. Además,
haciendo un análisis del candidato, no hay otros aspectos que se puedan
convertir en eje del mensaje proselitista.
De Narváez en 2009 ganó con el latiguillo –entre otros- de
“soy común”, cuando claramente no lo era. Puso énfasis en un atributo que no
tenía. El humorista lo tiene y sería un despilfarro comunicacional no
potenciarlo.
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