La
final de la Libertadores más importante e irregular que haya
existido jamás, tuvo un ganador inapelable. Ahora sí tiene sustento
uno de los latiguillos favoritos del equipo de Gallardo y hasta se
queda corto: “El campeón del siglo”. Festejará por años el
hincha de River. Le contará a sus hijos y procurará que éstos a
sus nietos y así hasta la eternidad y no es para menos: ganaron el
clásico más trascendente que se jugó hasta el presente y que
quizás no tenga lugar en ningún siglo próximo.
Vale
doble esta copa. No solo porque sumó una más y se acerca a la línea
bostera, sino porque al hacerlo evitó que el “Xeneixe” se escape
en el conteo internacional. Superiores en el ámbito doméstico y
discutiendo palmo a palmo los torneos continentales, el “Millonario”
se siente inexpugnable y con argumentos valederos, mientras que el
hincha de Boca se va quedando sin cartas para discutir la tercera
mano al tiempo que ve como empieza a ser obsoleta la chicana
-imborrable- del descenso.
Quedará
para otro párrafo la bochornosa situación que envolvió la revancha
y llevó la final de la Libertadores de América a… ¡Madrid!
Quedará para el análisis el por qué ni la AFA ni River ni Boca
opusieron firme resistencia a semejante atropello y blanqueo
descarado del negociado. Cobrará fuerza la hipótesis de que ninguna
de las 3 cabezas dirigenciales más importantes del fútbol argentino
tiene la “cola limpia” como para plantarse y hacer valer sus
derechos (bah, los de los hinchas genuinos). Quedará para algún
futuro “cuaderno Gloria” la data sobre por qué y para qué el
poder político no solo permitió sino que propició los
descriptivos, icónicos y cómplices hechos acontecidos alrededor del
Monumental que dejaron en ridículo -una vez más- los dichos de la
Ministra de (in) Seguridad, Patricia Bulrrich, mofándose de que si
garantizaban el G-20, el River-Boca era pan comido.
Casi
como corolario -paradójicamente o no tanto- queda lo deportivo,
donde vale destacar que no hubo ninguna mancha en el arbitraje (vale
destacar, así, en “negrita” como si no tuviera que
ser moneda corriente). Apenas una expulsión determinante en el
desarrollo y en el resultado pero tan discutible como aceptable en la
decisión. River, como siempre, pegó en los momentos justos y Boca,
también como siempre, falló en esas jugadas cruciales y, siguiendo
con las antítesis, mientras el ciclo de Guillermo aparece agotado,
el del “Muñeco” parece inagotable y va camino a ser el Bianchi
de Nuñez. Los hinchas millonarios, mientras, gozan de la racha más
gloriosa de su historia respecto del eterno rival y ruegan que
no los despierten nunca más.
Excelente análisis y viniendo de un boquense más aún un abrazo
ResponderEliminarexcelente!!!
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