lunes, 10 de diciembre de 2018

River, el campeón que cambió la historia


La final de la Libertadores más importante e irregular que haya existido jamás, tuvo un ganador inapelable. Ahora sí tiene sustento uno de los latiguillos favoritos del equipo de Gallardo y hasta se queda corto: “El campeón del siglo”. Festejará por años el hincha de River. Le contará a sus hijos y procurará que éstos a sus nietos y así hasta la eternidad y no es para menos: ganaron el clásico más trascendente que se jugó hasta el presente y que quizás no tenga lugar en ningún siglo próximo.

Vale doble esta copa. No solo porque sumó una más y se acerca a la línea bostera, sino porque al hacerlo evitó que el “Xeneixe” se escape en el conteo internacional. Superiores en el ámbito doméstico y discutiendo palmo a palmo los torneos continentales, el “Millonario” se siente inexpugnable y con argumentos valederos, mientras que el hincha de Boca se va quedando sin cartas para discutir la tercera mano al tiempo que ve como empieza a ser obsoleta la chicana -imborrable- del descenso.

Quedará para otro párrafo la bochornosa situación que envolvió la revancha y llevó la final de la Libertadores de América a… ¡Madrid! Quedará para el análisis el por qué ni la AFA ni River ni Boca opusieron firme resistencia a semejante atropello y blanqueo descarado del negociado. Cobrará fuerza la hipótesis de que ninguna de las 3 cabezas dirigenciales más importantes del fútbol argentino tiene la “cola limpia” como para plantarse y hacer valer sus derechos (bah, los de los hinchas genuinos). Quedará para algún futuro “cuaderno Gloria” la data sobre por qué y para qué el poder político no solo permitió sino que propició los descriptivos, icónicos y cómplices hechos acontecidos alrededor del Monumental que dejaron en ridículo -una vez más- los dichos de la Ministra de (in) Seguridad, Patricia Bulrrich, mofándose de que si garantizaban el G-20, el River-Boca era pan comido.

Casi como corolario -paradójicamente o no tanto- queda lo deportivo, donde vale destacar que no hubo ninguna mancha en el arbitraje (vale destacar, así, en “negrita” como si no tuviera que ser moneda corriente). Apenas una expulsión determinante en el desarrollo y en el resultado pero tan discutible como aceptable en la decisión. River, como siempre, pegó en los momentos justos y Boca, también como siempre, falló en esas jugadas cruciales y, siguiendo con las antítesis, mientras el ciclo de Guillermo aparece agotado, el del “Muñeco” parece inagotable y va camino a ser el Bianchi de Nuñez. Los hinchas millonarios, mientras, gozan de la racha más gloriosa de su historia respecto del eterno rival y ruegan que no los despierten nunca más.

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