lunes, 21 de octubre de 2019

Debate 2019: Con la panza vacía el único proyecto interesante es comer

4 de cada 10 argentinos “festejará” fin de año sumergido en la pobreza y 1 de cada 10 llegará sin tener qué comer y mucho menos por qué brindar -directamente hundido en la indigencia- graficando una realidad que más allá de los números es el fiel reflejo de lo que dejará el gobierno de Mauricio Macri, quien anoche se dedicó a chicanearse con sus oponentes por televisión y habló sobre los temas “que preocupan a los argentinos” olvidando un detalle: cuando hay hambre ningún debate importa ya que nada preocupa (y ocupa) más que llevar comida a casa.

Las temáticas fueron variadas y “muy interesantes” y el formato fue monótono, aburrido y aportó muy poco acerca de las cuestiones que realmente interesan. El hambre, concretamente, fue abordado por Fernández y nadie se trenzó en esa discusión “estéril” que terminó ocupando escasos minutos en la sumatoria de los domingos en que los candidatos “discutirían” sus propuestas en vivo.
Tras una semana convulsionada mediáticamente por las declaraciones (siempre desafortunadas) del presidente sobre el vídeo viralizado de un humorista explicando las razones por las que iba a volver a votar a Cambiemos, se recrudeció la polémica. Resurgieron los insultos, la discusión de proyectos y la descalificación de las opiniones contrarias olvidando que al 35,4% de pobres le importa muy poco todas esas estupideces: necesita imperiosamente asegurarle el alimento a sus hijos. Claudio Rico, de él se trata, había utilizado la metáfora de la administración casera a cargo de mamá o de papá, ejemplificando con Cristina y con Macri y explicando que debido al despilfarro de ella ahora él debe ajustar gastos. Y de ese modo tienen que dejar de comer afuera, no ir más al teatro, abandonar actividades extracurriculares de sus hijos, recortar el shopping, etc, etc. Su opinión es válida, puede sonar coherente y no tiene por qué no ser honesta pero olvidó un detalle: él y sus hijos tienen la panza llena. Y entonces pueden intentar reorganizar gastos, redireccionar erogaciones y proyectar a mediano y/o largo plazo. El problema es que el hambre es urgente, no admite espera, exige resolución inmediata y sume en la desesperación a quienes no pueden “parar la olla”.
Es probable que se pueda administrar mejor y es probable que no se pueda vivir a tarjeta pagando el mínimo, el asunto explota cuando lo que se “tarjetea” son necesidades básicas: comida, ropa, higiene, salud, escolaridad. Y recrudece cuando no se prende la estufa porque no se puede pagar la boleta de gas o de luz en un invierno tan crudo como la realidad. Ahí no hay recorte de gastos que valga porque... ¡esos gastos no se pueden recortar! Y si un Gobierno te corta la tarjeta en esas circunstancias sin darte opciones o paliativos y sin regenerar ingresos, directamente te abandona. Y resulta lo que resulta: Argentina terminará 2019 con más de 17 millones de pobres y casi 4 millones de indigentes.
Esto explica por qué el 70% de la población no va a votar por el actual presidente aunque éste se enoje y llame a “votar con la cabeza”. Macri se olvida que el cerebro -por suerte- también responde a emociones. Y la angustia, la desazón, la desesperanza, el desánimo, la impotencia y la desesperación son sensaciones que tienen un peso específico que el Primer Mandatario desconoce y, por lo tanto, no puede dimensionar.
La economía argentina caerá este año más del 3% y se estima que el año que viene también se contraerá. Los pronósticos más auspiciosos indican que recién en 2021 -si se reencausa el rumbo y el viento sopla a favor- podría empezar a crecer alrededor del 1% anual. Si se tiene en cuenta que, según el Centro de Estudios Distributivos (CEDLAS) de la Universidad de La Plata, para disminuir la pobreza un 10% hay que crecer durante 6 años consecutivos al 3%, el panorama se presenta más que complicado.
En este contexto, no solo en el debate sino también -y sobre todo- en los Medios masivos la mayoría sigue discutiendo sobre proyectos, alianzas, estrategias, acusaciones, pasado y presente pero olvida lo esencial. Y mientras no se entienda que hay cosas que no pueden esperar, no hay chances de mejorar. Para cambiar la realidad primero hay que entenderla y aceptarla, y mientras no se ponga a la pobreza y a la indigencia como trending-topics de los discursos y de los hechos, toda otra discusión resultará inútil e insultante.

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