El
seleccionado cambió la imagen y ganó sobre la hora
Y
un día ese plus que siempre esperamos de ellos, apareció. El equipo
de Sampaoli ganó con lo justo y clasificó a la siguiente instancia
de un mundial durísimo, quizás el más sorprendente y parejo de los
disputados hasta ahora.
Pero
hoy no se puede analizar el partido sin incluir el aspecto emocional.
Porque todos queríamos que el equipo aparezca, que se golpee el
pecho adentro de la cancha dejando en claro que al de enfrente le iba
a costar quitarle lo que sentía suyo: la clasificación. Y eso fue
lo que nos entregaron y nos tiene tan felices a los futboleros
apasionados ya que nos convencieron que querían ganar y que iban a
hacer lo necesario -y más también- para lograrlo.
Aparecieron
el carácter, la rebeldía, la enjundia, la personalidad y la energía
que parecía no haberlos acompañado hasta Rusia. Y aunque la calidad
futbolística siempre la tuvieron, era más potencial que concreta en
la mayoría de los integrantes de este plantel, al menos defendiendo
la albiceleste.
Messi -una vez
más- le tapó la boca a quienes dicen que no siente la camiseta ni
hace goles importantes, Otamendi ratificó que puede convertirse en
ese caudillo que todo gran plantel necesita, Rojo sacó chapa de
titular por juego y por su
personalidad para ir al
frente que quedó plasmada en el gol, Armani
empezó a lograr que los hinchas no tiemblen cuando el
rival patea al arco o
tira un centro,
Banega se acordó -por
fin- de jugar y fue vital para oxigenar a Lío y generar situaciones
claras, Higuaín puso el alma y se movió bien -aunque nuevamente
falló una situación clarísima para ganar el partido-, Mascherano
recuperó mucho y bien y distribuyó -otra vez- muchísimo y muy mal
lentificando todos los intentos de avances y redondeando una tarde
mediana, cometió un penal innecesario tras un córner
producto de su propio rechazo equívoco. Enzo
Pérez cumplió como siempre y el resto acompañó con decoro a
excepción de Di María, quien
quizás debiera dejar su lugar a Pavón.
Ahora
quedará confirmar que lo de hoy no fue un espejismo, que realmente
están comprometidos con el objetivo y que tiran todos para el mismo
lado. Es la hora de desterrar definitivamente las potencialidades y
ratificarlas con hechos o al menos -ya
que nada garantiza
resultados- con
intenciones y actitud.
Ya
se dijo en este espacio que hay material para soñar y el encuentro
de hoy ante Nigeria bien puede ser el punto de partida para
empezar a hacer sólido el
sueño de 40 millones. El
sábado espera Francia, uno de los candidatos al título según la "prensa especializada". El Seleccionado tiene grandes chances de salvar
ese escollo y meterse en cuartos pero para eso deberá repetir una
actuación como la de hoy, sumándole al fútbol la actitud y
solidaridad recuperadas. Si es así, no habrá lugar para reproches,
más allá del resultado.
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